Canguro, nombre común de ciertos mamíferos 
marsupiales que viven en Australia, Nueva Guinea y 
algunas islas adyacentes. Los canguros se caracterizan por presentar una bolsa 
abdominal, denominada marsupio, donde transportan a sus crías recién nacidas.
Existen unas 65 especies de canguros que se clasifican en dos grandes 
familias. La primera familia, la de los Macropódidos, incluye a los 
grandes canguros, entre ellos el canguro rojo, el gris, los ualabíes o wallabíes 
y el cuoca. La otra familia, la de los Potoroínos, la forman especies de menor 
tamaño como las ratas canguro, los betongs y los potorús. Los 
canguros de mayor tamaño son el canguro rojo y el canguro gris, que pueden medir 
hasta 2 m de longitud y pesar 85 kg. La especie más pequeña es la rata 
almizclera marsupial que mide unos 30 cm de longitud y tienen un aspecto similar 
al de una rata.
Los canguros viven en todo tipo de hábitats dentro de su área de distribución. 
El canguro rojo y el gris viven en bosques y sabanas. Los ualabíes rupestres 
viven en zonas rocosas. Los betongs habitan en madrigueras que construyen en 
terrenos áridos de monte bajo. Los canguros arborícolas, como su propio nombre 
indica, viven principalmente en las copas de los árboles de la selva, mientras 
que las ratas canguro retozan a sus anchas por los suelos húmedos de la misma. 
El ualabí o wallaby de cuello rojo se puede encontrar en distintos hábitats, 
incluidos los gélidos picos de las montañas, y el cuoca, actualmente en peligro 
de extinción, tiene como último refugio dos islas localizadas en la 
costa suroccidental de Australia. También hay muchas especies de canguros que se 
adaptan fácilmente a la vida de la ciudad y habitan en parques, jardines e 
incluso campos de golf.
Existen restos fósiles de canguros que demuestran que estos animales aparecieron 
por primera vez en Australia hace 15 millones de años, durante el 
mioceno. Como resultado de los cambios climáticos ocurridos hace 8 
millones de años, las selvas tropicales australianas dieron paso a bosques 
abiertos y sabanas, y los canguros evolucionaron hasta adquirir muchas de las 
formas que tienen actualmente. Los extintos canguros gigantes llegaban a medir 
hasta 3 m de longitud con un peso de unos 200 kilogramos.
Los canguros típicos tienen la cabeza similar a la de una oveja, con las orejas 
grandes y movibles, y poseen la mitad superior del cuerpo poco desarrollada en 
comparación con la mitad inferior; las patas posteriores son largas y robustas, 
con cuatro dedos por lo general, en las que el segundo y el tercer dedo son 
sindáctilos (están unidos), mientras que otro posee una uña larga que utilizan 
en la defensa; por el contrario, las extremidades anteriores son cortas y tienen 
cinco dedos. La cola es grande, musculosa y el animal suele utilizarla como 
apoyo cuando camina o está sentado, o como balancín cuando salta. El salto es su 
método habitual de locomoción y un canguro puede cubrir distancias de 9 m en un 
solo brinco. La piel del cuerpo es dura, resistente y está cubierta de un pelo 
suave y lanoso. Los canguros típicos tienen un carácter tímido, pero pueden 
resultar peligrosos si están alarmados o se sienten amenazados: en la lucha, el 
canguro permanece en posición erguida, golpea y araña a su contrincante con las 
manos y, usando su cola como apoyo, aporrea con gran fuerza el vientre del otro 
animal utilizando las patas posteriores. Este comportamiento aparece ante la 
presencia de diversos enemigos, como los perros y los seres humanos y, a veces, 
en la disputa por una hembra.
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