viernes, 20 de junio de 2014

LOS CARACOLES

Caracol, nombre común que recibe cada uno de los moluscos pertenecientes a la clase Gasterópodos, a excepción de aquellos desprovistos de concha o cubierta que reciben el nombre de babosas.
La mayor parte de los caracoles miden entre 1 y 8 cm. Algunos son microscópicos y otros, como el caracol de tierra africano, alcanzan los 20 cm de longitud, aunque el récord absoluto, en cuanto a talla se refiere, lo ostentan algunos gasterópodos fósiles que alcanzaron los 2 m de longitud.
Presentan una cabeza bien diferenciada, una concha univalva, que les sirve de protección, y un pie musculoso ventral. La cabeza está provista de 2 pares de tentáculos; en el extremo de los tentáculos más largos se encuentran los ojos. La concha es de una pieza y puede estar curvada (forma helicoidal) o no. Esta estructura, en la que se recoge el animal, le sirve como protección contra los depredadores y la desecación. La concha puede tener su sentido de giro de hélice a la derecha, llamándose entonces dextrorsa, o hacia la izquierda, denominándose entonces sinestrorsa; las primeras son las más comunes.
Se alimentan por medio de la rádula, una lengua en forma de cinta que a menudo contiene muchos miles de dentículos, o dientes, que salen de la abertura de la boca y raen las rocas y las hojas.
Los caracoles se mueven por medio de una serie de contracciones musculares ondulatorias que recorren la cara inferior del pie. Este movimiento cuenta a menudo con el auxilio de cilios y, en los caracoles de tierra, con el de un soporte mucoso que segregan
Se encuentran tanto en ecosistemas terrestres como en marinos y de agua dulce, adaptándose a una amplia variedad de hábitats, desde las zonas profundas de los océanos hasta las zonas litorales y en todas las masas de agua dulce; en tierra se encuentran desde los desiertos hasta en montañas a grandes altitudes. Los caracoles terrestres están muy bien adaptados a los cambios de humedad; algunas especies del desierto pueden permanecer selladas en el interior de sus gruesas conchas o cubiertas durante dos o más años.

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